dc.description.abstract | El propósito de la presente investigación fue proponer un nuevo modelo de evaluación de los recursos de soft power, considerando las perturbaciones generadas en el orden internacional, a raíz de la pandemia del Covid-19.
Para tal efecto, en primer término, se analizó el concepto de soft power, los recursos de los que éste deriva, su utilidad en la praxis de la política exterior y los beneficios que depara su uso sobre otras formas de poder.
Asimismo, se sometió a análisis al índice Soft Power 30, el modelo de medición más fiable a la fecha en cuanto a soft power, a fin de efectuar una distinción entre recursos básicos, vectores o canales de difusión y resultados concretos. Posteriormente, tomando únicamente los recursos básicos, se procedió a explicar los cambios originados por la pandemia, en las relaciones internacionales en general, y en la dinámica del soft power, en particular.
Tras el análisis, se ha arribado a las siguientes conclusiones: 1) el Soft Power 30 incorpora indicadores que no están directamente relacionados con los recursos básicos del constructo relativo al poder blando (la posibilidad de un país para influir en otros, por medio de la atracción), 2) la definición tradicional de soft power, como constructo vinculado inherentemente a los valores, éticos o estéticos, ha transitado hacia otro paradigma que confiere relevancia a los intereses, y en última instancia, a las necesidades, dada la situación de emergencia propiciada por la pandemia y la aparición de necesidades concretas que exigen una satisfacción ineludible e inmediata, 3) se puede inferir que, los recursos de soft power que cobren mayor notoriedad o valor, serán aquellos atributos capaces de satisfacer o mitigar las necesidades derivadas del escenario crítico descrito, tales como: la eficacia gubernamental, el desarrollo científico tecnológico, la solidaridad internacional y la resiliencia económica. 4) por efecto de la pandemia, se han producido numerosos cambios en las relaciones internacionales, tales como: el estrés de los sistemas de salud y de seguridad social (a raíz de la materialización de una amenaza global y la insuficiencia de las respuestas estatales aisladas), la preferencia por el unilateralismo y auge de los nacionalismos (acelerados por el escepticismo frente al rol del multilateralismo y las organizaciones internacionales), la visibilización de las desigualdades globales y la brecha económico social entre norte y sur (con la concomitante necesidad de cooperación internacional) y una crisis económica incipiente que comienza a manifestar sus primeras repercusiones.
El Perú podría compensar la pérdida de sus atributos tradicionales de soft power reorientando su política exterior mediante la adopción de un enfoque preventivo en materia consular ante futuras contingencias, el fortalecimiento de los niveles de cooperación, así como el establecimiento de prioridades para brindar una oferta pertinente y útil de cooperación internacional para el desarrollo, y, por último, mediante una reivindicación de la diplomacia científica y la necesidad de cooperación técnica científica en materia de salud. | es_ES |